Un manto oscuro,
más oscuro que la noche,
diríase
una tinta espesa,
un
enorme manchón de pez
ha
caído sobre el valle.
Alentadas
por oscuros asesinos,
manos brutales ejecutan la sentencia:
¡Aplaquen a esos revoltosos!
Cuarenta y tres vidas ¿ya segadas?
(una
ya sería demasiado.)
Subiendo y bajando cerros
y
arropados por ciudadanos solidarios
(muchos
de ellos, también dolientes),
sus familias los buscan afanosamente.
Sólo
encuentran las mentiras oficiales
que
calmar quieren los ánimos.
Los
embustes del gobierno,
son
acallados por un grito resonando en todo el orbe:
¡Vivos
se los llevaron, vivos los queremos!
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