En noches como ésta,
cuando no sopla el viento,
las nubes cubren el cielo
y no brillan las estrellas,
la duda surge, inevitable,
punzante, persistente:
¿Qué duele más?
¿El saberte ausente y distante
teniéndote presente
o el tenerte ausente y distante
sabiéndote presente?
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