domingo, 18 de febrero de 2007

INSOMNIO

Otra noche de insomnio

se come el pensamiento.

Oscuridad pletórica

de rostros y de silencios.

La penumbra responde sin palabras

y la ciudad descansa

bajo escasas estrellas.

Insomnio combatido

con poesías o pastillas,

mientras el corazón

y su ritmo nocturno,

nos despierta o arrulla.

En la mesa de noche,

se amontonan los recuerdos

y las almohadas nos hablan

acerca de la experiencia.

Mientras algunos reposan

con sepulcros en los labios

u oleajes en las pupilas

que se cubren con los párpados,

otros pintamos ideas

o dibujamos tristezas,

fabricamos esperanzas,

o recordamos luceros

que veíamos en la infancia.

La inquietud revolotea

como ave blanca intranquila

sobre los huérfanos lechos.

Insomnio,

lago de sombras

cortinaje de tinieblas

en que la luz de una lámpara

nos alumbra una novela.

Insomnio

abismo azul y profundo

donde la imaginación

planea como una gaviota.

Y la añoranza visita

alguna que otra recámara

o sacamos del armario

imágenes olvidadas.

Hay veces

que la nostalgia

vestida en velos de niebla

viene a tomamos en brazos.

Nos aferramos de un libro,

o escribimos un poema.

Encendemos aparatos

o fumamos, o lloramos,

o esperanzas sempiternas

inundan la oscuridad,

porque el insomnio,

no siempre, nos muestra cara de pena.

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EN EL PRINCIPIO DE LOS TIEMPOS, LOS DIOSES REPARTIERON DONES A TODOS LOS SERES Y LAS COSAS. A LA RAZA HUMANA NOS DIO LA PALABRA. DESDE ENTONCES, LOS POETAS NO HACEN MÁS QUE TRADUCIR EN POESÍA LA MÚSICA DEL UNIVERSO.