sábado, 10 de febrero de 2007

TAXCO EN MI CORAZÓN









TRILOGÍA POR TAXCO

Escondida entre ésta, su tierra montañosa,
cual idílica villa de tarjeta postal,
se descubre esta noble ciudad colonial
en la que el monótono tiempo, la presurosa
marcha ha detenido. Su Santa Prisca de rosa
se yergue altiva, majestuosa y sin igual
en toda la querida geografía nacional.
Y el pueblo, lleno de una devoción misteriosa,
flébil ve desfilar sus místicos encruzados
en cada Semana Santa, por los empedrados
callejones de la arcana ciudad ancestral,
que al eco de pisadas de viejos paladines
y a los claros bronces de campanas de maitines,
tranquila ve que llega el día del Juicio Final.

II

Taxco, en tu infinita religiosidad existe,
o bien el verde y amargo veneno de tu cobre,
o el ansia sencilla e ingente del cristal salobre
y la justicia inmensa que solicita el triste.
En tus ricas entrañas de pálido amatiste,
hurga afanoso el intrépido minero y, sobre
tu brava piel, la tristeza secular del pobre
ve irse en lontananza el gran tesoro que perdiste,
sustraído por garras -no manos-, extranjeras
amparadas por injustas leyes obsoletas
¡Que tan sólo propician el colonialismo!
Y ante la rapiña de esas garras usureras,
se escuchan enérgicas las voces de poetas
¡Que aman al pueblo y detestan el imperialismo!

III

Y por si con el robo infeliz de tus entrañas
no tuvieras para protestar con voz airada,
¡Viene todavía la autoridad recomendada
a imponérsete con toda clase de artimañas!
Y, mientras tanto, tus impávidas montañas
y las religiosas notas de tus campanadas,
figúraseme a veces que están confabuladas
con los oligarcas y sus lúgubres patrañas.
¿Hasta cuándo, Taxco, tus luceros cintilantes
verán que se levante el fuego de tu ira?
¿Cuándo te sacudirás el yugo con estrépito?
Cruzarán el infinito haces centelleantes
y brotarán ignotos arpegios de la lira
¡Cuando derrumbes este sistema ya decrépito!

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EN EL PRINCIPIO DE LOS TIEMPOS, LOS DIOSES REPARTIERON DONES A TODOS LOS SERES Y LAS COSAS. A LA RAZA HUMANA NOS DIO LA PALABRA. DESDE ENTONCES, LOS POETAS NO HACEN MÁS QUE TRADUCIR EN POESÍA LA MÚSICA DEL UNIVERSO.