domingo, 18 de febrero de 2007

A LOS TREINTA DÍAS DE AUSENCIA

Treinta días de tu ausencia,

treinta mañanas sin ti.

Tres infinitas decenas

de paisaje sin tu imagen.

Días que se van sucediendo

sin tu presencia solar,

sin el cielo de tu cuerpo,

son la sensibilidad marítima

que demuestra tu mirada.

Me pregunto

¿en dónde estás?

¿dónde estás en este instante?

¿qué haces mientras yo añorante

te evoco y reúno palabras

desde una cama en que juego

a la ilusión de tu amor?

El sol desparrama un rayo

muy tenue sobre mi mano,

que me asegura que existes;

corpúsculos luminosos,

diminutos y calientes,

que acarician mi epidermis

para llenarla de afán.

Allá en el jardín

hay flores.

Aquí en la alcoba estoy yo

con una carta en la mano

para refugiarme en ella ...

en cada trazo amoroso.

Pero, ¿en dónde anda tu ser?

¿dónde se posan tus ojos?

¿dónde colocas las manos?

¿qué es lo que dirán tus labios

¿te comunicas acaso?

o alguien te oye sin oirte.

O tal vez escuches música

o el rumor de algún oleaje

de una playa conocida (por los dos).

Nuestro mundo de hoy se agrieta.

Se parte por treinta días

y yo aquí palpo tu ausencia,

como palpo tu presencia

y me hace falta tu voz

para ser incandescente.

Quiero la fusión de cuerpos,

la reunión de nuestras pieles,

deseo romper las fronteras

y que las palabras vuelen,

para observarlas diluirse

juntas en el horizonte.

Unamos los universos

y que nada los separe;

quiero que seas realidad,

que no seas incertidumbre,

ni mi quimera o ideal.

Que profiera yo tu nombre

y que escuche una respuesta

cuando despierto en la noche

en la oscuridad doliente.

Yo te necesito cerca

para ilusionar tus días.

¡Unamos los universos

y que nada los separe!

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EN EL PRINCIPIO DE LOS TIEMPOS, LOS DIOSES REPARTIERON DONES A TODOS LOS SERES Y LAS COSAS. A LA RAZA HUMANA NOS DIO LA PALABRA. DESDE ENTONCES, LOS POETAS NO HACEN MÁS QUE TRADUCIR EN POESÍA LA MÚSICA DEL UNIVERSO.